El partido necesario
Artículo publicado en el diario ‘El Mundo / El Día de Baleares’
Dentro de apenas dos meses va a cumplirse una década de la publicación del manifiesto que dio origen a Ciudadanos. “Por un nuevo partido político en Cataluña”, se llamaba. De aquel texto ha quedado para la memoria su carácter marcadamente beligerante con el nacionalismo. Es natural, teniendo en cuenta lo que ha hecho el nacionalismo en estos diez años con Cataluña y, en general, con España. Pero el texto era mucho más que esa toma de posición. Era también una denuncia de la corrupción, una exigencia de regeneración de la clase política, una apuesta por la vuelta al principio de realidad y un llamamiento a los ciudadanos para que impulsaran un nuevo partido político. Un año más tarde, ese partido veía la luz. Y hoy, transcurrida casi una década desde entonces, la criatura no sólo ha crecido sana y fuerte, sino que, lejos de limitar su actividad a Cataluña, la ha ampliado al conjunto de España.
Esa vocación española, conviene precisarlo, estaba ya en los genes del partido, por más que no encontrara su pleno desarrollo hasta este último año. Y en lo que a Baleares se refiere, hasta estos últimos meses -hubo intentos con anterioridad, es cierto, pero ninguno fructificó–. Ahora Ciudadanos ha vuelto para quedarse. Mejor dicho, para quedarse y para gobernar. Porque Ciudadanos, tal como anticipan todos los sondeos, es ya en potencia un partido de gobierno, un partido que, del mismo modo que aspira a gobernar España pensando en Baleares, aspira a gobernar Baleares pensando en España.
Y a hacerlo, claro, desde ese principio de realidad al que antes aludía. Es decir, pensando en los ciudadanos –en todos los ciudadanos–, en sus necesidades, en sus problemas, en sus inquietudes, en sus anhelos. En definitiva, pensando en el bienestar y la prosperidad de los habitantes de estas islas. Ese principio de realidad –no estará de más recordarlo– resulta indisociable del de responsabilidad. Es responsable el que no promete la luna, sino sólo lo que objetivamente está en condiciones de cumplir. Y es responsable el que sólo gasta lo que tiene en la caja y, encima, de forma justificada.
Por desgracia, los viejos partidos –que en Baleares son casi todos– han contribuido con su quehacer a que la palabra “política” sea considerada un espantajo. La corrupción y la crisis han tenido mucho que ver en ello. Sin embargo, los estragos que una y otra han causado han supuesto también, por contraste, una oportunidad para que aflorara la voz de quienes siguen creyendo en la necesidad de la política y están comprometidos con la regeneración de este país. O, si lo prefieren, para quienes consideran que los problemas de la democracia sólo pueden resolverse con más democracia.
Este es el caso de Ciudadanos. Un partido joven, transformador, heredero de los valores de libertad, justicia y concordia de la Transición y, en consecuencia, vertebrador de esa nación de libres e iguales consagrada en nuestra Carta Magna. Y un partido necesario, por cuanto no existe ninguno en estos momentos con capacidad semejante para proponer y llevar a cabo las reformas que Baleares y España precisan. Unos, porque están atados por sus corruptelas y sus corrupciones; otros, porque sus propuestas no persiguen, al cabo, sino la ruptura del marco legal y de la convivencia entre españoles. Que esa necesidad pueda saciarse depende ya tan sólo de los electores.
Xavier Pericay, candidato a la Presidencia del Gobierno Balear por Ciudadanos-C’s.