Palma, 16 de junio de 2015. Ciudadanos (C’s) Baleares ha seguido con perplejidad e indignación el caso de la directora del IES Binissalem, Itzíar Pérez, y de su equipo directivo, forzados a dimitir sin poder siquiera terminar el curso por la presión de una mayoría del claustro de profesores del centro, al que han secundado la asociación de padres de alumnos y parte del mismo alumnado. Y no sólo por el caso en sí, verdadero ejemplo de bullying –por más que aquí la víctima sea el máximo responsable del IES y no un escolar–, sino por lo que tiene de síntoma de un mal que asola sin remedio nuestro sistema de enseñanza pública.

Lo ocurrido a lo largo de este curso en el IES Binissalem debe ser entendido, en efecto, como un acto más de quebranto de ley, ante la indiferencia cómplice de la inspección educativa y la pasividad de la propia Consejería de Educación. La negativa de los profesores vinculados a la Assemblea de Docents a aceptar una directora nombrada por la Consejería –en definitiva, la negativa a aceptar la legalidad– ha derivado en una campaña infame de acoso y derribo de una docente y de quienes la acompañaban en sus labores directivas.

Esta actitud de rebelión manifiesta ante las directrices de un gobierno legalmente constituido y ante un marco normativo legalmente aprobado viene a añadirse a otras iniciativas recientes de la misma Assemblea, como el rechazo a las evaluaciones externas –al que se suma la filtración a la prensa del temario de las pruebas de inglés– o el boicot a la asignación temática de las tres horas de libre designación. Por no hablar sino de lo más próximo en el tiempo.

Cuando faltan apenas unas semanas para la constitución de un nuevo gobierno en Baleares, resulta evidente que una de las principales tareas que ese ejecutivo deberá acometer es la que afecta al sistema educativo. De permitir que ese tropel de activistas antisistema siga campando por sus anchas, no existirá en nuestras aulas ni libertad ni justicia. Para Ciudadanos (C’s), como para buena parte –estamos convencidos– de la sociedad balear, la situación de la enseñanza pública en el archipiélago es de una gravedad extrema. Hasta el punto de que no exageramos lo más mínimo si afirmamos que detrás de cada profesional no ideologizado, de cada docente honesto y responsable, hay hoy un drama humano.