En 1971 Woody Allen publico una colección de ensayos y relatos breves humorísticos, muchos de los cuales habían aparecido previamente en The New Yorker. El título original era Getting even, algo así como ‘ajustando cuentas’, pero la edición española le proporcionó el curioso título de Cómo acabar de una vez por todas con la cultura. Ahora más de 40 años después el econacionalista (o viceversa) Biel Barceló, que se lo ha tomado más en serio que Allen, parece haber descubierto quién es realmente el que está a punto de despachar definitivamente la cultura: el partido Ciudadanos.

“Ciudadanos son muy peligrosos desde el punto de vista cultural, lingüístico, etcétera”, dijo ayer en IB3 Radio. Es difícil imaginarse, digamos, a Xavier Pericay enarbolando enajenado una antorcha para quemar libros, o destruyendo con furia iconoclasta obras de arte armado de un mazo, y cabe sospechar que el problema está más bien en la visión de Biel Barceló. En realidad se refería “especialmente” a Ciudadanos en Valencia, y cabe suponer que el grave peligro denunciado deriva de sus esfuerzos por evitar que el partido pancatalanista Compromís llegue a alcanzar el poder en esa comunidad. Todo parece indicar que para Biel Barceló Compromís encarna la cultura en Valencia, del mismo modo que MÉS representa la cultura en Baleares, quizás porque entiende que en ambos casos está hablando de lo mismo.

En el programa electoral de Mes la palabra ‘cultura’ aparece nada menos que 91 veces, seguida de cerca por catalán/catalana (76 veces). En cambio libertad sólo aparece tres veces y de forma tangencial, como por ejemplo para apoyar la derogación de la Ley de Símbolos. En algunas partes del programa la cultura se compartimenta (40: Promourem la difusió de les creacions i produccions culturals femenines. 43; Promourem i donarem suport als estudis que aportin propostes per superar l’androcentrisme i el sexisme en l’àmbit de la cultura) En otras se extiende hacia campos francamente discutibles (53.Alliberarem parets municipals perquè joves grafiters hi puguin expressar el seu art sense por de ser sancionats) En otras, en fin, el concepto se estira hasta quedar irreconocible (És imprescindible abandonar la cultura de la propietat privada que ha estat potenciada pels governs autonòmics fins ara i redirigir-la 27 cap a la cultura del lloguer)

Pero todo parece indicar que realmente para MÉS cultura equivale, efectivamente, a lengua catalana: Ens adherim a una política valenta que garanteixi als ciutadans de les Illes Balears, sigui quina sigui la seva procedència, viure plenament en català. Esto no resulta extraño, pues la visión nacionalista es la de un jardinero – frecuentemente Mr. Chance- para el que los territorios deben ser parterres bien ordenados, uniformes y sin discordancias, reduciendo a aquellos que no encajan en su obsesiva visión a la condición de malas hierbas. Esto queda muy claro en un ominoso párrafo del programa: El català, porta d’entrada a la ciutadania. La política lingüística ha de garantir els drets lingüístics de tots els ciutadans: dels autòctons a no ser discriminats per raó d’idioma i a poder viure plenament en la llengua el territori, i dels al·lòctons a aprendre el català, que ha de ser la seva porta d’entrada a la igualtat d’oportunitats.

Así que ya saben los ‘alóctonos’ que no serán considerados ciudadanos, ni tendrán acceso a la igualdad de oportunidades, hasta que acepten el bautizo cultural de Biel Barceló. Bautizo por inmersión, desde luego. O por ahogadilla.

Fernando Navarro es el nº 3 de de la lista de Ciudadanos-C’s al Parlament.

Este artículo se publicó en el diario El Mundo / El Día de Baleares el día 16 de junio de 2015.