Resulta lamentable ver como se las gastan estos fenómenos del “pacte de retrocés” que gobiernan en nuestra ciudad, cuando de cultura y patrimonio se trata. “VERGONYA, destruir el patrimoni al segle XXI”, esto es lo que pregonaban en campaña electoral, y todos ellos detrás de la pancarta haciéndose la foto y aprovechándose de la buena fe de ARCA, que en cuestiones de Patrimonio sí saben un rato. Menuda hipocresía.

Han bastado unos meses de desgobierno de este “pacte de retrocés” para que, los que aún no lo sabían, se hayan dado cuenta de que la “VERGONYA” es el comportamiento de estos políticos que ponen la cultura a los pies de su ideología; es decir, la cultura pasada por el túrmix de la lengua (en el sentido totalitario e identitario que ellos le atribuyen), y de una interpretación torticera de lo que entienden por memoria histórica.

Sus primeras actuaciones en este campo ya no presagiaban nada bueno y, al inicio de la legislatura, el regidor de Cultura Miquel Perelló decidió suprimir los premios Ciutat de Palma de novela y poesía en lengua castellana. ¡Horror, a quién se le puede ocurrir premiar una novela escrita en una de las lenguas cooficiales!, quizás alguien tiene la perturbadora idea de escribir una obra maestra en ese idioma imperialista y opresor, y para colmo, haber nacido aquí, ¡menuda ofensa!, ¡qué deslealtad!

En septiembre, conocimos su intención de demoler el monumento de Sa Feixina, bajo el peregrino argumento de que se trata de un monumento “a una máquina de matar”, como no se cansan de repetir los Sres. Noguera y Perelló. Pretenden justificar su despropósito con la falacia de que el monumento lo es al barco, en lugar de ser a los marinos fallecidos en su interior, que al fin y a la postre, también fueron víctimas de la cruenta Guerra Civil; y no me voy a extender sobre el hecho de que el monolito ya fue sometido en 2.010 a una reforma que justifica ahora su mantenimiento, ya que entonces se eliminaron los símbolos fascistas, porque viendo quien había en el Ayuntamiento, y quien gobierna hoy, la decisión de demolerlo rompe con todos los esquemas de la lógica más elemental.

Y ahora resulta que se dedican a poner trabas, con la ayuda inconmensurable del Consell, a la catalogación del Salón de Plenos, con la importantísima obra pictórica que lo integra. Uno se puede preguntar ¿por qué, acaso no es su Ayuntamiento, no quieren lo mejor para él? Sí, lo es, pero hace medio año lo presidía un dosel que representaba un Privilegio otorgado a la ciudad por el Rey Felipe V, considerado por estos próceres de la llengua y la incultura como el villano de los villanos, el más malo entre los malos, y claro, ¿cómo lo vamos a catalogar?, ¿y si nos hacen recolocar el maligno dosel?, ¿y si resucita y dicta un nuevo Decreto de Nueva Planta?, ¡qué horror!, mejor coger taladro, quitarlo, y evitar que se catalogue.

En fin, resulta muy triste ver los niveles que estamos alcanzando, y ver como se destruye nuestro patrimonio, se falsea nuestra historia y se adoctrina nuestra cultura, en base a este tipo de criterios absurdos, sectarios, y de una forma totalmente despótica,  porque lo cierto es que tampoco escuchan a la sociedad a la hora de tomar estas decisiones. Resulta lamentable que pierdan el tiempo, y nos lo hagan perder a todos, con este tipo de cosas, en lugar de solventar los problemas de la ciudadanía, el paro, la pobreza, las desigualdades, la cultura, la educación, la sanidad, la limpieza de las calles, el abastecimiento de agua, el estado de las aceras, la accesibilidad…

Ah, perdón, alguien me acaba de comentar que estas cosas no saben resolverlas, que lo de la cultura es para tenernos entretenidos. Pues mire usted, no me había dado cuenta.

 

Pedro L. Ribas, concejal de Ciudadanos (C’s) en Ayuntamiento de Palma.

Este artículo se publicó en el diario El Mundo / El Día de Baleares el día 16 de mayo de 2016.