Una de las grandes ventajas de un partido de centro defensor a un tiempo de las libertades individuales y de la cohesión social y territorial es que lo mismo puede alcanzar acuerdos a su derecha que a su izquierda, cuando no a ambos lados a la vez, convirtiendo entonces su centralidad en una fuerza motriz. Pero a nadie se le escapa que esa indiscutible ventaja –en comparación al menos con los demás partidos– puede tornarse fácilmente un inconveniente. Quienes entienden la política como un ejercicio forzoso de confrontación entre derecha e izquierda, siguiendo una estela que nos retrotrae a tiempos pretéritos y cuya máxima expresión fue sin duda nuestra guerra civil, no aceptan por lo general la existencia de ese centro. Lo ven como una anomalía, como una circunstancia fatalmente pasajera.
Una tal convicción subyace en muchas de las opiniones de quienes, a derecha e izquierda, sostienen que Ciudadanos, en la actual coyuntura política, debería apoyar la investidura de Mariano Rajoy e incluso entrar en un hipotético gobierno de coalición. Como es bien sabido, pues así se dijo y se repitió a lo largo de la pasada campaña electoral, semejante eventualidad no ha sido nunca considerada en el comité ejecutivo del partido cuya portavocía ejerzo en Baleares. Y la razón de ese rechazo no hay que buscarla en el Partido Popular en sí, sino en su cúpula directiva, y, más concretamente, en la figura de su candidato a la reelección como presidente del Gobierno.
¿Resulta acaso concebible que una fuerza política como Ciudadanos, que ha hecho de la regeneración bandera desde su fundación misma, apoye un gobierno cuya máxima representación debe ser encarnada por quien lleva más de una década presidiendo un partido que acaba de ser procesado por la presunta destrucción de pruebas vinculadas con su financiación irregular? ¿Sería acaso aceptable, para la inmensa mayoría de los votantes de Ciudadanos, un acuerdo de gobierno cuya presidencia recayera en quien ha sido responsable –desde 2004, como mínimo– de la existencia en el partido de una caja B que, según el juez De la Mata, “funcionó al menos desde el año 1990 y hasta el año 2008, nutrida con carácter general de donativos o aportaciones efectuadas por personas relacionadas con entidades beneficiarias de importantes adjudicaciones públicas, al margen de la contabilidad oficial presentada por la formación política al Tribunal de Cuentas y con vulneración de la normativa reguladora de la financiación de partidos”, y con la que se hicieron pagos “no declarados a la Hacienda Pública” de “complementos de sueldo o compensaciones a personas vinculadas con el partido” (Auto de 28 de mayo de 2015 por el que el juez De la Mata decretó apertura de juicio oral por la financiación irregular del Partido Popular)?
Ciudadanos ha defendido desde el primer día un amplio acuerdo entre los tres grandes partidos constitucionalistas, pero ni PP ni PSOE han querido saber nada hasta la fecha de semejante propuesta. Ante ello, y en aras de evitar una situación de bloqueo que impediría la puesta en marcha de la legislatura y nos abocaría a unas indeseadas terceras elecciones legislativas en un año, hemos decidido abstenernos en la segunda votación de investidura para permitir que el Partido Popular, aun con Mariano Rajoy de candidato, pueda gobernar. Por desgracia, no basta con nuestra abstención –tampoco bastaría, por cierto, con un voto favorable– y es necesario que el PSOE también se abstenga. Se trata de un acto de responsabilidad, de un acto de Estado, al que creemos que un partido como el socialista no puede negarse. Claro que para ello hace falta que primero haya investidura o, lo que es lo mismo, que el candidato propuesto por su Majestad el Rey cumpla con lo dispuesto en el punto 2 del artículo 99 de nuestra Carta Magna. En otras palabras: que exponga su programa ante el Congreso de los Diputados y solicite la confianza de la Cámara. Cuestión, esta, que, una vez oído al candidato tras su entrevista con el Rey del pasado jueves, está lejos de poder asegurarse. Y ello por más que la Constitución lo prescriba. Así estamos, hoy por hoy, en una hora crucial para España.
Xavier Pericay, portavoz de Ciudadanos (C’s) en el Parlamento de Baleares.
Este artículo fue publicado el día 31 de julio de 2016 en El Mundo / El Día de Baleares.